San Genaro o Jenaro
Jenaro —siendo obispo de Benevento— es encarcelado en el año 305, durante la persecución de Diocleciano y Maximiano (la última que sufrieron los cristianos hasta la paz de Constantino). También son arrestados en ese momento por los soldados del gobernador.
Sus captores intentan convencerlo para que reniegue de su fe, pero al no conseguirlo le introducen en un horno de donde sale sin daño alguno, sin que ni siquiera sus ropas sufran el rigor del fuego. Al día siguiente, junto con el diácono y otros cristianos, es trasladado al anfiteatro. Allí les echaron a las fieras, que no les atacan. Es más, se echan a los pies de Jenaro como si de mansas ovejas se trataran.
Un sacerdote expuso en el altar de forma solemne, frente a una urna que contenía la cabeza del santo, una ampolla del tamaño aproximado de una pera que contiene su sangre solidificada. Los presentes empiezan a rezar y la sangre, normalmente sólida y de color negruzco, se vuelve líquida y rojiza, aumentando su volumen. Se considera un milagro del santo fallecido.
Este y otros santos son celebrados durante el 19 de septiembre:
San Acucio mártir
San Alonso de Orozco
San Arnulfo de Gap
San Carlos Hyon Song-mun
San Ciríaco de Buonvicino
Santa Constancia mártir
Santa Dorimedonte mártir
San Eustoquio de Tours
San Goerico de Metz
San Lantberto de Frisinga
Santa María de Cervelló
Santa María Guillerma Emilia de Rodat
San Mariano de Bourges
Santa Pomposa de Córdoba
San Secuano de Cestre
San Teodoro de Canterbury
San Trófimo de Sínada
Beata Francisca Cualladó Baixauli
Beato Jacinto Hoyuelos González
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