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Ángel y Demonio

165º aniversario del nacimiento de Bram Stoker

Hoy se celebra el 165º aniversario del nacimiento Bram Stoker que nacía tal día como hoy en 1847 en Dublín. El creador de Drácula es el ejemplo canónico de creador devorado por la criatura, de autor ensombrecido por la obra. No es que Bram Stoker sea un escritor merecedor de figurar en el top ten de la literatura universal, pero sí tiene una producción apreciable como para ser tenido en cuenta cuando se habla de la época victoriana. Sin embargo, los cien años que han pasado desde su muerte -el 20 de abril de 1912- no han añadido postergación al arrumbamiento. Bram Stoker ya murió enfermo, olvidado y pobre en una pensión londinense mientras su novela mayor, Drácula, se reeditaba con éxito razonable. El Drácula de Bram Stoker fue uno de los mitos literarios que mejor ha arraigado en el imaginario colectivo hasta el punto de que mantiene hoy plena vigencia y sigue generando nuevas recreaciones artísticas y subproductos tanto culturales como de ocio.

 

Dicen sus allegados que en su último aliento Bram Stoker murmuraba «strigoi, strigoi» («espíritu maligno», en rumano) mientras apuntaba con el dedo a un lugar en penumbra de la habitación. La escena recuerda a los tristes años finales del actor Bela Lugosi (quien mejor puso rostro a Drácula), abandonado en una residencia y con confusión de personalidad, que tan acertadamente homenajeó el cineasta Tim Burton en su bello pero irregular filme Ed Wood.

Nacido el 8 de noviembre de 1847 en Clontarf, un pueblecito que entonces aún no había sido absorbido por Dublín, Bram Stoker fue un niño enfermizo. Y en las largas horas de cama, convalecencia y melancolía fraguó un carácter imaginativo y amante de lo oculto, alentado por las historias de terror de tradición gaélica que su madre le contaba para animar sus tediosos días. La invalidez llevó a Bram Stoker a la voluntad de superación, pero fue esta propensión a la fantasía, mezclada con el rigor que le proporcionaron sus brillantes estudios de matemáticas en el Trinity College y desbordada por la fascinación que le provocó en 1871 una obra de la pareja de dramaturgos franceses Erckmann-Chatrian, la que lo conducirá a abandonar su seguro puesto de funcionario local en Dublín (como lo fue su padre). La impresión que le produjo a Bram Stoker la interpretación de sir Henry Irving en aquella representación teatral lo alentó a publicar su primer trabajo como crítico en prensa y, de ahí, a conocer a su admirado actor. Poco tiempo después, este le propuso que ejerciese como su agente y secretario y finalmente mánager del Lyceum Theatre, tarea que obligó a Bram Stoker a trasladarse a Londres, donde se instaló con su esposa, la actriz Florence Balcombe (la misma que fue novia de Oscar Wilde, buen amigo del escritor).

Bram Stoker y Henry Irving, el tirano

Bram Stoker se convirtió así en mánager, confidente y hasta esclavo de Irving, a quien terminó dedicando buena parte de su vida (alrededor de 30 años). Es más, su actitud tiránica se cree que pudo inspirar, como personalidad vampírica, la construcción de Drácula. De hecho, dicen que el motor de la escritura de la novela fue un desafío del actor a Bram Stoker.

Eso sí, vista la fuerza de sus imágenes, el andamiaje del libro tiene mucho que ver con los conocimientos que del mundo teatral adquirió Bram Stoker. En el poder de la atmósfera, y de su personaje (que revisita la figura de Vlad Tepes, el Empalador), reside precisamente la clave del éxito. Bram Stoker fue miembro de la sociedad secreta The Golden Dawn, como lo fueron Yeats, Conan Doyle, Machen, Haggard, Meyrink, Blackwood o Crowley, quien con su espíritu libre y sus polémicas dinamitó el ocultismo de esta fraternidad de magia ceremonial.

Bram Stoker y sus ensayos de Drácula

Al contrario de lo que se ha dicho, la primera aparición literaria del gran personaje de Bram Stoker no hay que buscarla obsesivamente en el relato El invitado de Drácula. Este cuento, independiente y no desgajado del cuerpo principal como se pensó, fue escrito de forma paralela por Bram Stoker mientras diseñaba su obra mayor y trabajaba en las notas para acometerla, casi como un ensayo.

Dos años después de la muerte de Bram Stoker, el relato fue incluido por su viuda, Florence Balcombe, necesitada de dinero, en un volumen que reunía varias piezas breves. Bram Stoker da cuenta de una aventura en los alrededores de Múnich del invitado inglés de Drácula que movido por su escepticismo se adentra en un valle en busca de un pueblo maldito para los habitantes de la zona, y lo hace además a solo unas horas de la noche de Walpurgis.

No es el único cuento notable del ramillete. Diría más, Bram Stoker tiene en El entierro de las ratas uno de sus grandes hitos creativos más allá de la antología que edita el sello coruñés Ediciones del Viento (siguiendo la versión original de 1914 y en una nueva traducción).

El invitado de Drácula fue la única novedad editorial en España con motivo del centenario de la muerte de Bram Stoker, el pasado mes de junio -ocasión que la Fundación Luis Seoane aprovechó para para reivindicar el legado del escritor irlandés con la exposición Drácula. Un monstruo sin reflejo-, si bien durante los últimos años, con la resucitada fiebre por los vampiros, sí han ido surgiendo otras obras relacionadas con el legado se Stoker. En el 2009, su sobrino biznieto Dacre Stoker recuperó con Drácula, el no muerto el origen del mito con una visión «más actual» y aseguró estar así cumpliendo el deseo secreto de su antepasado, «mantener viva la historia». Valdemar, además, presentó otra versión de Drácula que incluye cuatro piezas reunidas por primera vez por el estudioso Peter Haining. El sello especializado en literatura fantástica tiene además una edición muy recomendable de Drácula de Bram Stoker, preparada por Óscar Palmer.

Bram Stoker Fundación Luis Seoane
Bram Stoker Fundación Luis Seoane

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