Por docentjoyce, via Wikimedia Commons
A los amantes de la naturaleza, biólogos y naturalistas, siempre nos gusta pensar que los animales presentan algunos comportamientos parecidos a los de los humanos. Y uno de ellos tiene que ver con la muerte de un miembro de nuestra especie. Desde hace tiempo se cree que algunas especies lloran a sus congéneres muertos y llevan a cabo "funerales", actos en los que demuestran su pena por la pérdida de un miembro de su población. Entre los animales que se piensa que realizan este tipo de actos están los elefantes, los chimpancés o algunas especies de la familia de los cuervos. Pero hasta ahora no se tenían pruebas de ello.
Con la publicación de un artículo a finales del pasado mes de agosto, esto ha cambiado. Según demuestra este trabajo, las urracas azulejas (Aphelocoma californica) realizan "funerales" cuando encuentran a un miembro de su especie muerto. Lo cual es bastante curioso, por varias razones.
Para empezar, estos animales no son especialmente sociales. Viven en parejas, y son muy territoriales. Si una urraca entra en el territorio de otra, se enzarzan en una pelea hasta que el visitante abandona el territorio. Así que no parece muy normal que solo se junten para llorar a sus vecinos muertos.
Pero lo hacen. Cuando un miembro de esta especie encuentra el cadáver de otro individuo, se posa en las ramas más cercanas y comienza un canto distinto del habitual, un canto "funerario". Otras urracas que escuchan esta llamada se acercan al lugar, y comienzan ellas también a cantar. Si el primero en llegar no consiguen llamar la atención de otros individuos, vuela hasta las ramas más altas, con la intención de que su reclamo llegue más lejos.
Y aquí es cuando entra la segunda curiosidad. El lamento puede durar hasta treinta minutos, y se realiza a gran volumen. De esta manera, consiguen llamar la atención de otros miembros de su especie, pero también de otras. Lo que incluye a sus depredadores, que tendrán muy fácil encontrarlas con solo guiarse por su oído.
Este último factor complica la explicación de este comportamiento. Lo primero que pensaron los investigadores es que las urracas están avisando de un peligro. Según esta idea, al detectar un animal muerto pensarían que hay un peligro, y tratarían de avisar a los demás miembros de su especie. Otros individuos acuden a la llamada para ayudar a buscar el peligro, o incluso para hacer fuerza en caso de que haya que luchar contra un depredador y expulsarlo del territorio.
Y sin embargo, al ser tan largo el canto y juntar a tantos individuos, el peligro aumenta. Los depredadores pueden acercarse al detectar el sonido, mantenerse escondidos mientras dura el "funeral", y después acechar a los individuos que se queden solos.
Con estos datos, los investigadores no tienen una conclusión clara. Parece razonable pensar que estas aves se avisen entre ellas de los peligros, pero las consecuencias pueden ser muy peligrosas. Y por eso, los autores del trabajo plantean que esa puede no ser la función principal, y que podríamos encontrarnos con un caso de auténtica empatía entre animales. Aunque para poder tomar esa conclusión como definitiva, harían falta más experimentos.
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