José Castro
José Castro, el heredero de Garzón
José Castro | C.A.
Carla Arrieta | Palma
Austero, estricto, directo y con una inmensa capacidad de trabajo. Así es el juez del caso Palma Arena al que tendrá que enfrentarse Iñaki Urdangarin este sábado. Su cruzada contra la corrupción en la era Matas ha superado las barreras isleñas para convertirlo en el sucesor a ojos de la sociedad de Garzón.
Soporta la popularidad que ha atraído hacia su persona la causa contra el duque de Palma con estoicismo imperturbable y los propios periodistas se cuadran en su presencia y ante los que pasa siempre a paso ligero para evitar preguntas. Nadie se atreve a ir más allá de un educado buenos días, a los que indefectiblemente responde (lo de la sonrisa de acompañamiento ya no es tan habitual) y a un '¿Qué tal ha ido la declaración?' Sus respuestas son escuetas aunque políticamente correctas, al menos en general.
A sus 66 años, José Castro Aragón se asemeja a un Eliot Ness con sus fiscales anticorrupción y lo que comenzó con una denuncia por el sobrecoste del velódromo palmesano, se ha convertido en uno de los mayores casos de corrupción directamente relacionado con el expresidente y ex ministro de Aznar, Jaume Matas y que salpica a arquitectos de renombre, periodistas, ventrílocuos hasta llegar a la propia familia real. Nadie se atreve a dar fechas pero en su intensiva y meticulosa búsqueda de la verdad se espera que llegue a imputar a una infanta de España.
En el ámito judicial se le aprecia como hombre 'valiente', 'equitativo', 'honesto' y con una 'fe ciega en la justicia'
Se esperaría de un juez 'estrella' que llegase a los juzgados en un coche de alta gama con lunas tintadas y visos de oficialidad e importancia, sin embargo, Castro llega cada mañana ataviado con camisa y corbata pedaleando a lomos de su bicicleta, con la que ha sustituido a su otra afición, las motos de gran cilindrada, por el Paseo Marítimo desde su casa en el Portitxol hasta los juzgados de la Via Alemanya.
En el ámito judicial se le aprecia como hombre 'valiente', 'equitativo', 'honesto' y con una 'fe ciega en la justicia' pese a que ha sufrido en sus propias carnes la injusticia que a veces entraña la propia legalidad. Infatigable y siempre lleno de energía, lo mismo acude a un registro en las chabolas de Son Banya de madrugada que a otro en el Palacete de Matas el día de Nochebuena.
Su 'modus operandi' en los interrogatorios quedó patente en las imágenes filtradas en las comparecencias de Matas. El juez instructor no daba cuartelillo, formulaba una pregunta tras otra de manera directa, en ocasiones incluso intimidatoria, con detalles que revelaban el amplio y cuidadoso conocimiento que tienes de todas y cada una de las piezas (25) del caso y demostrando que no se deja amilanar. Tanto es así que no ha tenido inconveniente en amenazar al presidente de la Caixa o a Telefónica a imputarles cuando pusieron trabas a su investigación retrasando la aportación de cierta documentación relacionada con el caso.
Su pluma afilada y brillante deja de lado en muchas ocasiones los tecnicismos más farragosos y barrocos de la jurisprudencia y escribe sus autos con un toque de cinismo pero sobre todo con un lenguaje directo y perfectamente entendible para los profanos en materia judicial, ya que en su opinión, dichos escritos deben ser entendibles por la ciudadanía en general. De esta forma, nos ha dejado auténticas perlas en sus autos, especialmente en el referido a la declaración del ex presdente Matas.
Deja de lado los tecnicismos más farragosos y de la jurisprudencia y escribe sus autos con un toque de cinismo
El magistrado cordobés del Juzgado de Instrucción número 3 de Palma ingresó en la carrera judicial en 1976. Antes de ser juez fue funcionario de prisiones. Ingresó en la carrera judicial en el año 1976 y pasa por diferentes destinos como Dos Hermanas (Sevilla), Arrecife (Lanzarote) o Sabadell, hasta que en el año 1985 llega a Mallorca asignado a Magistratura de Trabajo.
Inició su carrera en el archipiélago con un sonado caso de estafa a la hacienda pública por parte de una de las empresas y uno de los hombres más influyentes de la Isla, el editor Pedro Serra y su cabecera editorial Última Hora. En 1991 ordenó el ingreso en prisión de Sebastián Ginart, gerente de la empresa Hora Nova, editora de los medios de Serra, por defraudar 79 millones de pesetas a Hacienda. . Sin embargo, un cambio en la regulación provocó el sobreseimiento de la causa y Sebastián Ginart quedó libre.
Aficionado sin pasión al fútbol, es del Madrid pero no le importa que gane el Barça, si juega bien. Su otra pequeña debilidad conocida es su pasión por la música de Sabina de quien atesora un disco firmado.
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