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Ángel y Demonio

Isaac Albéniz

Isaac Albéniz, nacido en Camprodón, Girona, el 29 de mayo de 1860 empezó su vida como un prodigio y tras muchas giras arriesgadas que le llevaron tan lejos de casa como están las Américas (viajes que constantemente interrumpían sus clases en el Conservatorio de Madrid), se concentró en una seria carrera de estudios en Bélgica. Con una beca que recibió del rey Alfonso XII de España, entró en el Conservatorio de Bruselas en 1876, graduándose en 1879 con un primer premio en piano, que le fue otorgado de forma unánime. Albéniz regresó a España para establecerse como un experto virtuoso; además, empezó a componer y a dirigir. Enseguida empezó como director de una compañía ambulante de zarzuelas y escribió tres zarzuelas (ninguna de ellas se conserva actualmente). En 1883 se estableció en Barcelona, donde estudió composición con Felipe Pedrell. Cada vez más, Albéniz incorporaba sus propias composiciones en sus recitales. En 1885 se trasladó a Madrid donde sus trabajos fueron publicados por los principales editores musicales de aquella época: Benito Zozaya y Antonio Romero.

En la capital francesa se puso en contacto con Vincent d'Indy, Ernest Chausson, Charles Bordes, y más tarde con Paul Dukas y Gabriel Fauré, formando estrechos lazos con la comunidad musical francesa. Desde 1898 hasta 1900 enseñó piano avanzado en la Schola Cantorum, pero a causa de su pobre salud, en 1900 regresó al cálido clima español. Empezó un arduo trabajo junto a Enrique Morera con la promoción de trabajos líricos catalanes. Cuando, sin embargo, sus esfuerzos no lograron que se produjeran sus propios trabajos teatrales, regresó a París, donde su música era aceptada, elogiada e interpretada. La residencia de Albéniz en París empezó a ser un refugio para artistas españoles (entre los que están Joaquín Turina y Manuel de Falla).

A causa de una nefritis, Albéniz murió en Cambo-les-Bains en los Pirineos Franceses el 18 de mayo de 1909.

Como curiosa historia, pocos días antes de su muerte, vino a visitarlo su gran amigo y paisano Enrique Granados. Albéniz le pidió que le tocara algo al piano y este interpretó su obra "La maja y el Ruiseñor" (obra inédita por entonces) cuando de repente, tocó la barcarola "Mallorca" obra compuesta por Albéniz en un viaje que hicieron los dos a las Islas Baleares. Albéniz moriría días después, antes de que el gobierno frances le entregara la Gran Cruz de la Legíon de Honor a petición de otros destacados pianistas como Fauré, Debussy o el mismo Granados. A la muerte de Albéniz, Rosina le pidió a su gran amigo Granados que terminase la última obra de su difunto esposo "Azulejos". Granados la terminó de forma impecable de tal manera que resulta muy dificil distinguir donde acaba Albéniz y donde empieza Granados

Saludos desde el Mediterráneo y disfruten de la música que compuso Isaac Albéniz. Rakel

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